Sobre la avenida Rivadavia, y tan solo a unos cien metros del Palacio del Congreso, se encuentran dos edificios del ingeniero Eduardo Rodríguez Ortega, de indudables referencias a la obra del genio catalán Antoni Gaudí, realizados en el año 1907. Ambos constituyen dos de los escasos, y tal vez únicos, ejemplos de arquitectura modernista en Buenos Aires.
El primero de ellos, en la esquina de Rivadavia y Ayacucho, y que fuera completamente remodelado hace poco más de una década, se destaca por su hermosa cúpula acebollada conformada por una gran cantidad de pequeños cristales. En su azotea, y sobre el muro medianero se aprecia una réplica en escala de la "puerta del dragón" de la Finca Güell, como así también una serie de chimeneas con silueta de guerreros, que también recuerdan al gran maestro.
Tan sólo a un edificio de por medio, se levanta el segundo edificio de Rodríguez Ortega; el llamado Palacio de los Lirios, con una espectacular fachada completamente ondulada, que remata en un mascarón de gran tamaño. Esta vez, sus curvas y las barandas de hierro nos recuerdan a la Pedrera.
Así mismo, en los dos edificios se utilizaron técnicas constructivas completamente innovadoras en el país de principios del siglo veinte, como el uso del ferrocemento, como antecedente del hormigón armado.
Dos joyas, poco conocidas, que valen la pena descubrir.